El dinero del Golfo Pérsico corrompe al mundo Celia López, 24 de abril de 202310 de diciembre de 2023 Las inversiones de Arabia Saudí, Emiratos Árabes o Qatar van mucho más allá de lo puramente económico. A través del patrocinio de competiciones deportivas, premios u organizaciones de pensamiento, estos países mejoran su imagen para evitar ser catalogados como regímenes dictatoriales. La última prueba de la diplomacia a golpe de talonario que practican estas naciones ha sido el pago a académicos por figurar como investigadores de centros de estudios superiores en Arabia Saudí, tal y como ha revelado el diario El País. El asunto es espinoso porque no se trataba de una contratación al uso, como, por ejemplo, el caso de un investigador español que fiche por otro centro extranjero para realizar su trabajo por las condiciones que puedan ofrecerle en vez de hacerlo en uno de su país. Se trataba de un engaño, ya que estos profesores recibían dinero por mentir y decir que trabajaban en la Universidad Rey Abdulaziz cuando eso no era realmente así. ¿Por qué gastar dinero en pagar a científicos de universidades europeas para que asocien su nombre y su trabajo a una exótica universidad saudí? La repuesta es simple: una buena campaña publicitaria y comprar (que no tener) prestigio académico. Nación desde 1932 El Reino de Arabia Saudí se fundó en 1932. Se trata de una monarquía absoluta con un recorrido en la Historia moderna muy corto. Las tribus y pobladores de este rincón del mundo no consiguieron conformar una unidad política hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, el apellido de ‘saudí’ que se le apostilla a este reino procede del rey Abdelaziz bin Saud, que conquistó la capital del país, Riad, en 1902 y disciplinó al resto de familias enfrentadas de la zona. El descubrimiento de los pozos de petróleo en 1938 catapultó la economía saudí y permitió a los Saud ganarse la legitimidad política. A día de hoy, Arabia Saudí mantiene intensas relaciones económicas con el mundo occidental, está integrada en la ONU desde 1945 y juega un papel importante dentro de organizaciones económicas de la economía mundial, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Pero lo que no tiene Arabia Saudí es democracia y respeto por los derechos humanos, pese al barniz modernizador y los nuevos aires que el príncipe Mohamed bin Salman, de 37 años. La forma de gobierno es una monarquía absoluta en la que la mujer está sometida a la tutela masculina. Puede que la Supercopa de España de Fútbol que se celebró en Arabia Saudí llevara los baños para mujeres a los estadios, tal y como argumentó el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales. Pese a este ‘gran logro’ celebrado por Rubiales, el país condenaba el pasado verano a una mujer a 45 años de cárcel por verter sus opiniones en Twitter. El verdadero objetivo de todo el dinero invertido en corromper a los demás no es otro que hacer olvidar que el Estado saudí no es, ni será por mucho tiempo, un país deseable. Lo que tratan de esconder los billetes es el terror de la represión. Y esto hay que recordarlo hoy y siempre. Actualidad EconomíaGeopolíticaGolfo PérsicoHistoriaPolítica