De Meroveo a los reyes holgazanes, así fueron los orígenes de la Francia medieval Celia López, 5 de mayo de 202411 de mayo de 2024 Rescatamos en esta entrada la historia de la dinastía Merovingia que se asentó en los territorios de lo que hoy conocemos como Francia durante la Alta Edad Media, en los siglos posteriores al desmembramiento del Imperio romano La dinastía Merovingia es uno de los episodios históricos más olvidados de los manuales de Historia medieval. Casi siempre que se quieren explicar los orígenes de la Francia medieval se recurre a Carlomagno, el monarca que consiguió levantar un imperio de inspiración cristiana que recuperaba la idea de unidad en Europa que se había fragmentado tras la caída del Imperio romano. Pero la breve dinastía Carolingia (siglos VIII-X) estuvo precedida por un periodo de dos siglos en el que los reyes de la dinastía Merovingia se fueron pasando el testigo de unos a otros, con más o menos legitimidad, y de forma más o menos violenta. Se trata de un periodo repleto de crisis políticas, reinos fragmentados, asesinatos reales e intrigas palaciegas. Los orígenes de los francos Algunas de las tribus (usipetos, catuarios, brúcteros o téncteros) asentadas en lo que hoy conocemos como Países Bajos empezaron a aliarse en torno al año 250 d.C. con el objetivo de hacer frente a los avances hacia el norte del Imperio romano. Esta unión les hizo convertirse en los francos, que a su vez se dividían entre los salios y los ripuarios. Los primeros llegaron finalmente a un acuerdo con los romanos para convertirse en federados de Roma. El estatus de federado se otorgaba a poblaciones que habitaban los límites del Imperio romano (limes) implicaba defender el territorio de otros invasores germanos. Los francos salios habitaban el valle inferior del río Rin, mientras que los ripuarios era la rama de los francos que vivían a lo largo del curso medio del Rin. Una circunstancia que ha dificultado el estudio de estos pueblos es la falta fuentes escritas. Hasta que estos pueblos no adoptaron el latín como lengua, tan solo habían usado las runas como forma de escritura. Este tipo de lenguaje tenía un alfabeto muy rudimentario y únicamente se utilizaba con fines religiosos. Reyes francos mitológicos Ante la dificultad de recurrir a las fuentes escritas para el estudio de este pueblo, es complicado establecer con exactitud quién fue el primer rey merovingio de la dinastía Merovingia. A través de la mitología nos han llegado los nombres de algunos monarcas que probablemente encabezasen la tribu de los francos salios: Faramundo. Mencionado en el Líber Historiae Francorum, un texto de época carolingia (siglo VIII). En este documento se narra la leyenda de que los francos tienen un origen troyano, en un intento de vincular a este pueblo con la mítica ciudad de Troya. Al no existir referencias a este monarca antes del siglo VIII, su existencia está muy en entredicho. Gregorio de Tours, un historiador galorromano del siglo IV que elaboró diversos documentos acerca de los francos, señala en la época, alrededor del siglo III existieron numerosos jefes tribales que reinaron de forma simultánea durante la época de los asaltos a Imperio romano. Es probable que Faramundo no existiera como tal, pero ha pasado a los registros históricos como la representación de diversos jefes tribuales de los francos en torno al año 420 d.C. Se cree que en este momento los francos salios atravesaron el río Rin. Clodión “El cabelludo”. Sucesor de Faramundo. Se le apodó de El Cabelludo por su característica melena. Entre los merovingios existía la creencia de que poseer pelazo otorgaba a los guerreros un poder divino adicional. Este monarca tuvo que enfrentarse a las embestidas del general romano Aecio, que le quitó todas sus propiedades en la Galia. Clodión se enfrentaría en varias ocasiones al Imperio romano tratando de avanzar y conquistar tierras en la zona de lo que hoy es Bélgica. Tras 20 años de reinado, falleció en el año 448. Meroveo. Sucedió en el trono a Clodión y se cree que pudo ser su hijo. La leyenda dice que fue concebido por el quinotauro, un monstruo marino. De su nombre provienen el de la dinastía Merovingia. Se cree que luchó junto al archienemigo de los francos, Aecio, en la batalla de los Campos Cataláunicos (451) en la que se frenó el avance de Atila por el continente europeo. Solo reinó durante diez años y no ha quedado rastro de alguno del número de hijos que tuvo o el nombre la reina y madre de su hijo, Childerico I, que fue su sucesor, según indican diversas fuentes históricas. Childerico I. Este rey franco se alió con Egidio, general del Imperio romano, para luchar contra los visigodos. También fueron importantes sus campañas contra la tribu de los alamanes, que habían invadido parte de lo que hoy se conoce como Italia. Murió tras 24 años de reinado y fue enterrado en Tournai (Bélgica). Contrajo matrimonio con Basina de Turingia y junto a ella fue el padre de Clodoveo I, el primer rey de la dinastía Merovingia del que se dispone de mayor información de su vida a través de fuentes históricas fiables. Clodoveo I, el primer unificador de los francos Fue el primer rey de los francos que consiguió unificar bajo su mando a la mayor parte de los francos de la Galia. Fue coronado como rey de los francos salios en 481 y en el 509 consiguió ser coronado como rey de todos los francos. Estableció en París la capital del reino franco. Venció al general romano Afranio Siagrio y a los alamanes situados al este del Rin. Era un rey pagano, pero se convirtió al cristianismo en la ciudad de Reims tras convencerse de haber recibido ayuda divina durante una batalla. También hizo retroceder al sur de la Galia a los visigodos en la Batalla de Vouillé (507) y se hizo con todo el territorio al norte de los Pirineos, a excepción de la región conocida como la Narbonense. A Clodoveo se atribuye haber redactado la ley sálica, que regulaba la sucesión monárquica, las herencias o los robos. El bautismo de Clodoveo I por san Remigio con el milagro de la Santa Ampolla. Placa de encuadernación de marfil, Reims, último cuarto del siglo IX Gobernó durante 30 años y fue un guerrero despiadado que no tuvo reparos en eliminar cualquier competidor de su propia tribu. De esta forma cimentó su poder en la Galia hasta coronarse como rey de todos los francos. Clodoveo se casó con Clotilde, princesa del reino Burugundio. Juntos fueron padres de Childeberto I, Colodomiro I y Clotario I División del reino franco Clodoveo I murió en el año 511. Tras haber unificado prácticamente todo el territorio de lo que hoy se conoce como Francia, este monarca franco decidió dividir el reino entre sus cuatro hijos. En la época altomedieval el reino es una posesión privada del rey, por lo que con basen en el derecho privado, era posible fragmentar el territorio. Teodorico I, el hijo mayor de Clodoveo I nacido de una unión pagana previa a su matrimonio con Clotilde, recibió la región de Austrasia con capital en Metz; Clodomiro I recibió Orleans, en el valle del río Loira; Childeberto I consiguió París y el valle del Sena, y a Clotadio I le fue otorgado Soisson y la zona belga. Este último gobernó la región de Neustria. Situación del reino Franco en torno al 511 Los cuatro hermanos decidieron atacar el reino Burugundio en la conocida como Guerra Burugundia (523-524). A raíz de esta campaña, Clodomiro resultó muerto en la batalla de Vézeronce. Sus hermanos aprovecharon para repartir las tierras de este monarca y asesinaron a todo el que pudiera alegar derechos sucesorios. Otra disputa entre un rey de Turingia y su hermano ofreció a los reyes francos la posibilidad de ampliar sus dominios. Teodorico I aprovechó la petición del rey de Turingia para quedarse con el territorio y ampliar sus tierras hacia el este y gran parte de Germania pasó a formar parte del reino franco. En una segunda Guerra Burugundia, el rey Gundemaro III pidió ayuda a los reyes merovingios para enfrentarse a los ostrogodos que terminó con la absorción del efímero reino Burugundio por los merovingios. Con la muerte de Teodorico I se desató un conflicto entre el hijo de este, Teodoberto I, trataban de tomar la ciudad de Arlés, en el sur de la actual Francia. Su tío Clotario I atacó a Teodoberto, que gracias a la ayuda de su otro tío, Childerico, consiguió defenderse y casi vencer a Clotario en Rouan. Tras esta disputa, Teodoberto se extendió hacia el este, aunque murió joven. Su hijo Teobaldo recogió el testigo de su padre para gobernar la zona de Austrasia. Teodobaldo murió en el 554, año en el que Clotario reclamó el trono de Austrasia. Su hermano Childeberto cayó enfermo en el 557, lo que permitió a Clotario unificar todo el territorio que su padre Clodoveo había unido 50 años antes. La guerra civil merovingia En el año 561 los hijos de Clotario I se reparten el reino de su padre: Gontrán se quedó con Orleans y Borgoña Sigeberto I con Austrasia Chilperico I se quedó con Neustria Cariberto I se hizo con París y con Aquitania Cariberto fue el primero en morir y sus hermanos se repartieron sus tierras. La enemistad entre Sigeberto y Chilperico fue un detonante de una serie de conflictos civiles entre los monarcas merovingios que se prolongarán durante los próximos 40 años. Sigeberto se casó con Brunegilda, una princesa visigoda. Por el contrario, su hermano Chilperico se casó con la hermana de su cuñada, Galsuinda. Chilperico tenía una amante, Fredegunda, una de sus antiguas concubinas, que le ordenó asesinar a su mujer, homicidio consumado por Chilperico, lo que desató la guerra con su hermano. Sigeberto juró venganza por el asesinato y esto desató una guerra, conocido como la Guerra de las Dos Reinas porque, tras la muerte de Sigeberto y Chilperico, fueron Brunegilda y Fredegunda las que se hicieron con el poder. Ambas se estuvieron mandandose sicarios durante años, pero Meroveo II, hijo de Chilperico, se acabó casando con su tía Brunegilda, se escaparon pero, Meroveo fue asesinado. Brunegilda acudió a Gontrán para reclamarle ayuda, que le hizo adoptar a su hijo Childeberto II en el año 587. Todas estas disputas entre los merovingios fueron debilitando poco a poco el poder real. Debido a la situación de inestabilidad política, cobró gran importancia la figura del Mayordomo de Palacio, una especie de primer ministro. Hacia el 613 Clotario II, rey de Neustria e hijo de Chilperico y Fredegunda, estaba a punto de perder la guerra contra sus dos nietos, pero finalmente la sangre no llegó al río y Clotario consiguió apartar a Fredegunda tras ganarse la confianza de la nobleza de Austrasia. Este monarca consiguió unificar de nuevo el reino Franco. El auge de los mayordomos de palacio Tras la reunificación del reino Franco, Clotario II tuvo que apoyarse en los mayordomos de palacio con más poder. Entre ellos, cabe mencionar a Pipino de Landen, San Arnulfo y Warnacario. Esta figura empezará a ganar gran importancia durante el próximo siglo y medio. El heredero de Clotario II fue su hijo Dagoberto, que trasladó la capital del reino Franco de Metz a París y realizó importante reformas en la administración del reino. Este monarca se vio obligado por mandato de Pipino de Landen y otros nobles de Austrasia a traspasar el trono a su hijo menor de edad, Sigeberto III. Por su parte, Clotario nombró a su otro hijo, Clodoveo II, rey de Neustria, y el reino Franco se volvió a fragmentar. Con la muerte de Dagoberto en el 639 y la ausencia de un heredero fuerte, puesto que sus dos hijos eran menores de edad, los mayordomos de palacio aprovecharon para hacerse con el control del reino. Era el principio del fin de la dinastía Merovingia. Los ‘reyes holgazanes’ (639-751) Durante este periodo, una serie de monarcas descendientes de la dinastía merovingia fueron relegados del poder por parte de la nobleza de palacio, que había acaparado sus funciones. Estos reyes se dedicaron más a sus pasiones, como la caza y otras actividades, que a la política y a gobernar. Hubo una familia de la nobleza especialmente destacada: los Pipínidas. Grimoaldo, el hijo de Pipino de Landen, consiguió que Sigeberto III nombrara a su hijo Childeberto el adoptado como rey. Los nobles no vieron esto bien y tanto Grimoaldo como Childeberto acabaron condenados a muerte. Fue el sobrino de Grimoaldo, Pipino de Heristal, mayordono de palacio en Austrasia, el que consiguió vencer al mayordomo rival de Nesutria y al rey Teodorico III, uno de los últimos merovingios que había conseguido unificar de nuevo el reino bajo su mando. Pipino pudo gobernar todo el reino Franco a excepción de Aquitania, bajo el control del duque Odón el Grande. En el año 714 todos los hijos de Pipino de Heristal habían fallecido, solo quedaba Carlos Martel, un bastardo que Pepino tuvo con una concubina. Martel conquistó Austrasia y colocó en el trono a un meorvingio, Clotario IV, y desalojó a Chilperico II, rey de Neustria, y su mayordomo de palacio del poder. De esta forma se hizo con el control de todo el territorio. Grabado que representa la Batalla de Poiters (732) Emprendió grandes batallas bélicas enfrentándose a los sajones, los bávaros o la invasión de los frisios en los actuales Países Bajos. Su campaña más conocida fue la batalla de Poiters (732) en los que repelió a los musulmanes en su avance hacia el norte. A la muerte de Martel en el 741, el reino fue repartido entre sus hijos. Carlomán heredó el título de mayordomo de Austrasia y Pipino el Breve el de Neustria. El final de la dinastía merovingia Pipino el Breve se hizo con el control del reino Franco tras la retirada de su hermano a un monasterio. El último representante de los merovingios era Chilperico III. Pipino maniobró junto al Papa Zacarías para arrebatar la legitimidad al último representante de la dinastía y poder proclamarse rey de forma oficial. Coronación de Pipino el Breve en el 751 Ante la fragmentación política de ese momento de la Alta Edad Media, el Papado quería tener un aliado estable frente a las múltiples amenazas. Por ese motivo, permitieron en el 751 a Pipino el Breve coronarse como rey de los francos en Soisson. De esta forma, llegaba al poder del reino Franco una nueva dinastía, la Carolingia. Historia Edad MediaFranciaHistoria
Un magnífico trabajo de investigación de los primeros reyes francos que nos lleva a pensar como se va formando la historia de un país desde la remota edad media. Un buen relato. Gracias. Responder